El Gran Gustavo Gil
Caracas, VE.- (El Nacional – Eduardo Serrano) En la discusión sobre el mejor camarero de Venezuela hay que citar a Gustavo Gil, el «Maestro». Que si Edgardo Alfonzo o Manny Trillo. Trillo o Alfonzo. ¿Hasta allí llega el debate sobre el mejor camarero venezolano de todos los tiempos? Sin duda que no.
Insistamos en la idea de que es imposible determinar quién fue el mejor pelotero en épocas distintas, una dificultad que se amplifica en el beisbol venezolano, pues hay que tomar en consideración dos aspectos que han cambiado enormemente.
Primero, jugar en las grandes ligas en los años 50, 60 o incluso en los 70 era sumamente difícil. Hasta 1968 sólo había 22 equipos en las mayores y no existían el sistema internacional de detección y desarrollo de peloteros que hoy ha poblado de nacionalidades la gran carpa.
Además, hace medio siglo, incluso menos, el béisbol profesional venezolano era un torneo de muy alto nivel. No había criollo que no jugara aquí y las importaciones estaban nutridas de estrellas. ¿Volveremos a ver a un Novato del Año de la Liga Nacional jugar en la campaña siguiente de haber obtenido el galardón, como ocurrió con Pete Rose y el Caracas?
Cuando Don Baylor reforzó al Magallanes por primera vez, traía cinco temporadas de experiencia con los Orioles de Baltimore. Eran tantos los forasteros que contrataban los equipos, que durante un tiempo las condiciones de campeonato obligaron a alinear a un mínimo de venezolanos en cada juego, por lo general cuatro, contando al lanzador.
Todo eso viene a cuento para poner en contexto la carrera de Gustavo Gil.
Trillo es el camarero nativo con mejor reputación defensiva en las grandes ligas, ganador de un Bate de Plata y tres guantes de oro, dueño por un tiempo del récord de encuentros seguidos sin error, que implantó con los Filis de Filadelfia. Dos veces disputó la Serie Mundial, obtuvo un anillo y un premio como Jugador Más Valioso de la Serie de Campeonato. Su estatuilla en el Salón de la Fama del béisbol venezolano está bien ganada.
Alfonzo tuvo un paso corto por la posición, ya que los Mets de Nueva York necesitaron mudarle a la antesala. En ese lapso, puso números que pocos bateadores criollos han conseguido, no importa la posición, y terminó granjeándose tanto respeto, que todavía es sujeto de actos y homenajes de los metropolitanos, que pronto le ofrecerán un contrato para volver a la organización. Dentro de cinco años será elegido a nuestro Salón de la Fama, seguramente, y allí se encontrará con Trillo, pero también con Gil.
El “Maestro” Gil fue exaltado al pabellón de Valencia por el Comité Histórico en 2008. Durante 19 campañas fue figura del Valencia, Magallanes y Lara en la era dorada de nuestra pelota.
Fue precursor entre los nativos en las mayores, con cuatro torneos entre 1967 y 1971. Los que le vieron jugar subrayan su talento en la intermedia.
Podía batear. Cinco veces ligó sobre .300 en las menores y en otras seis oportunidades lo hizo en la LVBP. Disparó 982 hits aquí, con 493 anotadas, 315 empujadas y un average de .286 de por vida.
¿Saben cuántos toleteros han puesto esos números en nuestro circuito? Sólo los inmortales Víctor Davalillo, Teolindo Acosta, César Tovar y él.
Robert Pérez está muy cerca, porque su average es de .284 y tiene las demás cifras. Pero nadie más.
Nacido en Caracas, Gil fue la pieza fundamental de la dinastía del Industriales, que corrió entre finales de los años 50 hasta mediados de los 60. Disputó 12 finales, un récord que sigue imbatible. Probablemente habría tenido una larga carrera en la gran carpa, de haber nacido después.
Rubén Mijares cree que la mudanza de segunda a tercera, cuando fue subido, cortó su proyección como camarero, una posición donde se puede vivir sin un bate de poder. Como sea, Gil fue y sigue siendo uno de los más grandes peloteros criollos de todos los tiempos.
(Publicado en El Nacional, el jueves 6 de diciembre de 2012, titulo original «El Gran Gustavo Gil»)
No hay Comentarios